El poeta en su cubículo, la juglaresa en la arena y la música en todas partes forman un tejido de voces que retozan y alborotan, se conversan, se increpan o intimidan y al confabularse desembocan en la traviesa ironía, siendo ellos mismos sus principales víctimas.
La rarefacción de estas emanaciones es la que hace que nuestro aire sea limpio: un contaminante verdaderamente contagioso, eso que nos permite ver lo que nadie quiere oír y punto.
REPARTO
La juglaresa Vilma Ahumada
La música Nubia Reyes
El poeta Jaime Villa