CUARTAS VILLALOBOS, ÁNGELA
En los textos de Bruta flor, de Ángela Cuartas, viven pájaros, serpientes, plantas yrngestaciones suspendidas. Son textos que conversan con la muerte y con larnmemoria, hay violencia en ellos, a veces sorda, a veces frontal, y en general sentidarnpor una mujer.rnPero hay, sobre todo, algo que nos remite a cuadros de sueño. Al mismo tiempo, nornhay nada más distante de este conjunto que el típico relato onírico, fantasioso ornsurreal. Lo que hay es una atmósfera densa, que se instaura con enorme rapidez yrneconomía de medios, a veces en el curso de una simple frase: entramos en la frasernde una forma y, de repente, el encuentro entre dos palabras provoca una sacudida.rnListo: ya estamos en el interior de un universo propio, extraño.rnEn aquello que constituye el (a veces, tenue) hilo narrativo de los textos de Brutarnflor, hay un desplazamiento vertical. La entrada se da por un punto de la superficiernde lo real, no para vagar sobre ella y ofrecernos una visión panomárica, sino pararnpenetrarla inmediatamente. De manera muy rápida, el propio lenguaje nos atraparnen una especie de vértigo. Y la sensación es que estamos perfurando un cuerpo conrnuna sonda, atravesando zonas ocultas por las anteriores, siempre bajo capas dernsentidos apiladas unas sobre las otras.rnY este método, digamos, que se asemeja a una excavación, parece estar relacionadorncon el poder que tienen las imágenes en todos los textos que componen el libro.rnSon ellas su punto de partida y de llegada. Imágenes cuya fuerza no vienernpropiamente de su visualidad o poesía, a pesar de ser muy visuales yrnextremadamente poéticas, sino de una cierta libertad del lenguaje.rnEn el fondo es esto: la escritura de Ángela Cuartas suelta el lenguaje. En larnbúsqueda por la expansión de una imagen inicial, que no siempre es nítida, elrnlenguaje se libera de las amarras de la narrativa, aunque siga narrando yrnsirviéndose de esto como apoyo para el salto a otras imágenes, siempre muyrnpotentes y que van agregando sentido a las anteriores.rnLa lectura de Bruta flor nos revela una escritora de gran talento, y con unarncapacidad muy rara que es la de fundar, con muy poco, mundos que nos capturanrnpor completo. Una escritora que sabe que es el lenguaje el que crea la historia, y nornsolo la cuenta.
Amilcar Bettega