CARRASQUILLA DE ARANGO, ISABEL
Isabel Carrasquilla sitúa sus obras a principios del siglo xx, cuando la incipiente modernización se evidencia en el transporte público y en los viajes que ya se realizan en avión, tren o automóvil; la radio y la telefonía también van transformando el espacio doméstico. Sus dramas se centran en los diversos escenarios de la vida privada de las familias antioqueñas; el teléfono, el automóvil, los deportes simbolizan el progreso de la élite económica, pero la estructura familiar sigue siendo rígidamente patriarcal. Padres, hermanos, maridos y novios controlan la vida de las mujeres; así, la educación femenina se restringe a las labores propias e indispensables para ser esposas y madres. Las tradiciones del hogar estructuran los parámetros educativos que se encaminan a volverlas expertas en conducirlo, a mantenerlas atentas al cuidado de los hijos y pendientes de los varones de la familia, actividades a las que deben dedicar casi todo su tiempo. Bordar, rezar, jugar, leer, hacer álbumes, recibir visitas ocupan los momentos del ocio. Sin embargo, las ideas socialistas, el naciente feminismo y el trabajo asalariado son síntomas de los cambios futuros y del malestar social que manifiestan algunos de los personajes. Isabel Carrasquilla recrea con diferentes personajes femeninos los cambios y las posibilidades que tienen las jóvenes de la élite: el matrimonio o el convento, como opciones únicas. La maestra, la costurera, la empleada doméstica y la prostituta hacen el contrapunto a las jóvenes de la clase dominante, que tienen tiempo y medios para los deportes, los viajes o las fiestas. María Mercedes Jaramillo