PUYO, GUSTAVO ADOLFO
Colombia a lo largo de su historia ha tenido una serie de conflictos internos sucesivos que no han sido resueltos de manera satisfactoria,convirtiéndose el anterior en una causa del siguiente. Cada conflicto ha tenido sus propias dinámicas, acordes al momento histórico en el cual se desarrollan, y ha estado atravesado por intereses que no son los de los bandos en conflicto.
Entre estos intereses se cuentan los de algunos actores que se identifican por fuera de la frontera nacional. Desde la Guerra de los Mil Días queda claro que el conflicto colombiano afecta tanto el interés regional como el mundial, pues en su momento el país pagó con la pérdida del istmo de Panamá.
La Guerra Fría trajo nuevas dinámicas y los conflictos que surgieron durante esta época fueron enmarcados en la confrontación este-oeste, donde esta lógica representaba intereses foráneos.
Los conflictos de la década de los ochenta y los posteriores a la caída del Muro de Berlín estuvieron marcados por la agenda de política exterior de países desarrollados, en la medida en que temas como los derechos humanos y el narcotráfico fueron de abordaje obligatorio para los actores armados en Colombia. La concordancia de la agenda internacional y el conflicto hace que cada vez sea más necesario tener en cuenta a la comunidad internacional en la solución del conflicto colombiano.
Entrado el siglo XXI, y en particular desde septiembre de 20I2, delegados del Gobierno colombiano y del grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (Farc-ar) han traba¬jado en múltiples agendas de negociación con el fin de lograr el cese del conflicto armado. Desde la apertura de las mesas de negociaciones, la participación de la comunidad internacional y de los representantes de la sociedad civil colombiana ha sido constante, pues desde diversas perspectivas, agentes tanto estatales como no estatales han estado al tanto de los pormenores del proceso y de las condiciones básicas para lograr la transición al posconflicto.
Sin embargo, Colombia ha tenido en su historia múltiples procesos de paz, todos diferentes tanto en su forma como en su resultado, lo que le da al Gobierno colombiano y al grupo insurgente una experiencia acumulada significativa, que debe ser tenida en cuenta en la mesa de negociación, pero sobre todo para poner en marcha las políticas necesarias en el posconflicto.