La infancia se vive, se pierde, se añora, se anhela... Por eso un niño dormido embelesa. Su sueño nos atrapa, nos refugia. Los mayores recordamos para siempre esa paz en el dormir.
Artículos relacionados
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información