Sin duda no resulta fa´cil aceptar la propia discapacidad o la de un ser querido. Desde que era una nin~a, en su Sicilia natal, Simonetta Agnello convivio´ con personas que padeci´an una minusvali´a y que eran del todo aceptadas y formaban incluso parte de su entorno familiar: del ciego se deci´a que «no ve bien», del cojo que «le cuesta caminar», del gordo que «pesa bastante», del sordo que «hay que gritarle un poco», sin pensar en estas particularidades como defectos o discapacidades.
Despue´s en su madurez, y ya afincada en Londres, su hijo George le comunicara´ un di´a que padece esclerosis mu´ltiple. Y de esa experiencia nacera´ ma´s tarde Nadie puede volar, un libro escrito a «cuatro manos», en el que la voz de Simonetta hace de contrapunto a la de su hijo, el cual nos explica su enfermedad y nos ensen~a a trave´s de ella a ver la vida de una manera distinta, pero, no por eso, menos divertida e interesante.
«Poco a poco aceptaba la atrocidad de lo que nos habi´a sucedido: una horrible enfermedad en la familia. Pero era tambie´n un reto. De la misma manera que no podemos volar, George no podri´a caminar, lo cual no le impediri´a disfrutar de la vida de otra forma. [
] En la vida hay algo ma´s que volar, y quiza´ tambie´n que caminar. Encontrari´amos ese algo ma´s.»
Simonetta Agnello Hornby