Como un guerrero antiguo
te traigo, madre tierra, las heridas,
como un árbol, los vientos
que azotaron mis ojos
durante tantos años de camino.
Con mi alforja repleta
de ansiedades y de cartas de mar
yo dejé una mañana la vieja casa,
el río, las murallas,
y me fui con mi sed a descubrir el mundo.
Crucé azules inmensos
de pintadas gaviotas,
desangrados y rojos arenales,
dormidos lagos verdes
de esmeralda nocturna
y montes como espadas de piedra,
cobre y nieve.
Fragmento del poema El guerrero y el árbol