El sonido de la niebla en la montaña está hecho de palabras justas, de preguntas, de metáforas medidas, delicadas y honestas que, como la niebla, se posan sobre el cuerpo y dejan la sensación de que algo ha cambiado; de que existe, después de todo, la posibilidad de habitar el mundo con compasión. Samuel Baena Carrillo traza, con una voz contenida y luminosa, un mapa espiritual que va del polvo a la luz, del dolor al despertar. Sus versos -aforísticos, narrativos, siempre atentos- no buscan respuestas definitivas, sino abrir grietas para que entre la luz. Después de leer estos versos se queda la innegable sensación de gratitud, pues no hay cosa más presente en este poemario que una voz genuina que busca incansablemente hablar con una suave verdad. Y no por suave deja de ser profundamente cierta.
