SPITALETTA, REINALDO
La voz de Gardel continúa seduciendo oyentes, de ayer, de hoy y del porvenir. Ese duende, juglar y medio loco, se pasea por baldíos y poblados, en noches de pena y de romance. Camina aquí, salta allá, como Pierrot, como funámbulo, como fantasma gozón. Y el fantasma-hombre sigue recorriendo el mundo, cantando.
Con él, pájaro de fuego, el tango se renueva. He ahí el misterio del cantor. El milagro de su voz. La inmortalidad.